Estrés y ansiedad de las familias

autocuidado de las familias

Estrés y ansiedad en las familias

Autorreconocimiento de la ansiedad y la depresión

El diagnóstico de una enfermedad tiene un gran impacto en el paciente y en toda la familia. Si este diagnóstico se da en un bebé, es normal que los padres tengan sentimientos de tristeza, ansiedad o miedo. Determinar su intensidad y duración te ayudará a decidir si es necesario que te ayude un profesional.

Estar triste es una expresión emocional normal en el ser humano en determinadas circunstancias, mientras que la depresión implica una patología y, por tanto, requiere atención profesional.

Hay que tener en cuenta que, no necesariamente, ambos miembros de la pareja abordarán la situación de la misma manera, puesto que cada persona desarrollará, de acuerdo a su personalidad, sus propios mecanismos de afrontamiento.

Hablar entre los padres de todo aquello que les preocupa, y poder hacer explícito al otro miembro de la pareja lo que la persona necesita para sentirse mejor, es una forma de llegar a estar más tranquilos y evitar conflictos. Aceptar y respetar que cada uno puede tener una forma de afrontar la situación, hará que la pareja forme un buen equipo, necesario para llevar una difícil situación de la mejor manera posible.

Educación y apoyo para la reducción del estrés

Las estrategias de afrontamiento son esquemas mentales intencionales de respuesta (cognitiva, emocional o conductual) dirigidos a manejar (dominar, tolerar, reducir, minimizar) las demandas internas y ambientales, los conflictos entre ellas, el dolor y su repercusión sobre la calidad de vida que ponen a prueba o exceden los recursos de la persona. Algunas de las diferentes estrategias de afrontamiento útiles pueden ser:

  • Buscar espacios donde puedas hablar abierta y claramente acerca de tus pensamientos y emociones.
  • Participar activamente en el cuidado de tu bebé.
  • Colaborar estrechamente con los profesionales de los diferentes servicios
    sanitarios, educativos y de asistencia social.
  • Solicitar todos los apoyos oficiales que puedas conseguir.
  • Evaluar logros y pérdidas, cada una en el momento presente. Es importante
    afrontar en cada momento lo que está ocurriendo, intentar vivir el presente.
  • Fomentar y mantener desarrollo individual e interpersonal, espacios donde
    estar sólo, donde desconectar, donde poder dar un paseo, respirar y
    descansar.
  • Aumentar y cuidar la autoestima y la confianza en ti mismo/a
  • Cultiva la paciencia.

Algunas de las sugerencias que te ofrecemos para manejar y reducir el estrés son:

  • Hacer pequeñas pausas a lo largo del día para “darte un respiro”: Cerrar los ojos y respirar lenta y profundamente.
  • Cuidar tu alimentación y practicar ejercicio físico.
  • Desarrollar tu inteligencia emocional. Dedicar tiempo para reconocer las propias emociones y las de tu entorno. Si no es posible mantener el control, es mejor tomarse un respiro y por ejemplo, dar un paseo hasta que se haya
    apaciguado el malestar.
  • Fomentar la comunicación eficaz y constructiva.
  • Procurar realizar otras actividades agradables que sirvan como distracción y alivio
  • Priorizar y planificar. Con esto se quiere recalcar la importancia de establecer diariamente un listado de qué hay que hacer y en qué orden.
  • No olvidar premiarse por lo que uno hace bien, y darse las gracias a sí mismo.
  • Descubrir los pensamientos negativos más recurrentes con el objetivo de minimizar su intensidad, de contrarrestarlos con mensajes positivos en forma de alivio.
  • No tomar ninguna decisión importante ni hacer grandes cambios.
  • Escribir un diario y anotar lo que se te cruce por la mente, en especial, justo antes de recostarse para descansar.
  • Recuerda la importancia de descansar y de dedicar un espacio antes del sueño a las actividades que contribuyan a la relajación del cuerpo y de la mente.
Comunicación, empatía y confianza familia-equipo sanitario

El hospital es un territorio desconocido en el que los padres se sienten solos y extraños, preocupados por su bebé y amenazados por la incertidumbre. En esta situación, es fundamental establecer un clima de confianza y una buena comunicación con las personas que integran el equipo sanitario.

Cuando la relación no es satisfactoria, se pueden generar conflictos y problemas de adherencia terapéutica, o errores a la hora de administrar la medicación. En cambio, que los padres tengan papel activo en el cuidado del bebé, en estrecha colaboración con el personal hospitalario, contribuye a la reducción de los tiempos de hospitalización, a la seguridad y a la mejora de la calidad de vida del bebé.

En lo referente a la comunicación, el equipo sanitario es, en estos momentos, la principal fuente de información para los padres. Los profesionales proporcionan información y tratan de resolver dudas, orientar sobre los cuidados del bebé en los que es posible que los padres colaboren en cada momento, y escuchan sus preocupaciones.

Ejemplo

Una madre está muy nerviosa porque no van a estar en el hospital en toda la tarde ninguno de los padres y han asignado a su bebé a una enfermera a la que no conoce. Le preocupa que, al no conocer al bebé, no le cuide adecuadamente. La mejor manera de expresar esta preocupación al personal sanitario es a través del respeto, describiendo la conducta del otro objetivamente, explicando cómo hace sentir esa conducta al que habla y explicando los cambios que le gustaría que hiciese. Esta madre se dirige a la supervisora de enfermería: “Hoy que vamos a estar fuera del hospital toda la tarde nos habéis puesto a María como enfermera. No la conozco, ni conoce a Pedro, y no voy a poder estar pendiente para ayudarla o informarla de lo que ella precise. Esta situación me hace estar preocupada, intranquila y no voy a poder disfrutar de mi primera tarde fuera del hospital en dos semanas. Me gustaría que la próxima vez nos presentárais a primera hora de la mañana a la enfermera que va a estar con Pedro, y así poder hablar con ella unos minutos, para quedarnos tranquilos de que conoce su caso a la perfección y de que sabe todo lo que necesita”.

Para poder establecer una relación positiva con el equipo sanitario es necesario que los miembros de la pareja hablen entre sí, y puedan hacerle llegar al personal sanitario las inquietudes, dudas y preguntas de ambos padres, evitando que malentendidos y conflictos dentro de la pareja dificulten la comunicación con el equipo sanitario.

En el proceso de comunicación es también fundamental la empatía. Empatizar con alguien es reconocerse mutuamente en el otro. Cuando hay empatía entre la familia y el equipo sanitario, aumenta la satisfacción y la adherencia al tratamiento, mejora la comunicación y disminuye el malestar emocional, con todo lo cual se consigue una mejora en la calidad de vida del bebé y de sus familiares.

La buena relación empática entre el personal sanitario y los padres permite que se vaya conociendo mejor día a día al bebé, aprender qué le calma y qué le ayuda, y poder ponerlo en práctica en colaboración. Esta colaboración solo podrá desarrollarse si existe confianza por parte de los padres en las personas que están cuidando a su bebé.

Confiar en el equipo médico supone poder consultar todas las dudas con ellos y entender que, puesto que cada caso es único, son los médicos que atienden a un bebé los que mejor pueden determinar su tratamiento en colaboración informada con los padres.

Visita de familiares

El ingreso de tu bebé en una UCIN precipita la interrupción de la normalidad familiar, es un proceso estresante que afecta tanto al paciente como a la familia. Esta situación requiere del apoyo de otras personas del entorno como abuelos y hermanos.

Los abuelos son una figura primordial dentro de la estructura familiar. Suelen ser el apoyo necesario de los hermanos y colaboradores de la dinámica familiar en ausencia de los padres. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los padres son el nexo de unión con el resto de la familia y ellos son los que tienen la última palabra sobre la implicación de los abuelos.

Los hermanos son esenciales durante este proceso. Necesitan entender qué está pasando, por qué los padres están ausentes por tanto tiempo y por qué su situación emocional no es la habitual.

La frecuencia de las visitas estará condicionada por factores personales, profesionales y condiciones organizativas de la unidad. Cada familia hay que considerarla como una entidad individual, por tanto las necesidades en cuanto a la frecuencia de las visitas de otros familiares variará. Las visitas tienen que ser voluntarias por parte de los hermanos, nunca forzarlas.

Los padres son los que deciden sobre las personas que deben recibir la información y en qué medida. A la hora de informar al resto de la familia, tenemos que tener en cuenta algunos aspectos clave:

  • Elegir el momento y el espacio adecuados
  • Dedicar el tiempo necesario para informar
  • Brindar apoyo emocional y cercanía por parte del profesional.
  • Ajustar el contenido del mensaje al interlocutor

La participación de los hermanos y otras personas cercanas ayuda a humanizar las prácticas de atención en salud, brindar ayuda y aliviar el sufrimiento de los padres.

Vivir el ingreso hospitalario en pareja

Las complicaciones durante el embarazo o tras el nacimiento del bebé no sólo son importantes para la madre, también lo son para la pareja. Posiblemente, no sólo estés preocupado/a por tu bebé, si no también por la madre de tu hijo/a. Esto puede ser muy estresante para ti como pareja. Además, es probable que a menudo estés en el hospital y, al mismo tiempo, tengas obligaciones laborales o tengas que encargarte de muchas cosas en casa, especialmente si tienes más hijos/as. Es importante hablar entre todos sobre todo lo que sucede. Date espacio para digerir todo y darte cuenta de que tal vez cada uno maneja el estrés o la incertidumbre de manera diferente. Durante este tiempo realmente os necesitáis el uno al otro. Ten en cuenta que en el hospital también hay ayuda profesional disponible para cada miembro de la pareja. No dudes en preguntarle a la enfermera o al médico sobre ello. Recuerda que pedir ayuda significa, ante todo, que ambos queréis lo mejor para vuestro bebé.

Implicaciones psicológicas del ingreso de un hijo/a en los padres

Tal vez el embarazo, parto y/o las semanas posteriores están  siendo momentos difíciles para ti. Algunas madres han podido  pensar que su bebé podría morir o que ellas mismas no  sobrevivirían. Nadie está preparado para una vivencia así pero  hablar sobre ello puede ayudarte. Si presentas ansiedad o  miedo constantes ante el recuerdo de la situación vivida en el  parto o durante el ingreso hospitalario de tu bebé, puede  deberse a la existencia de estrés postraumático. No dudes en  consultar con un profesional sanitario si sientes estos síntomas.  Algunas mujeres tienen depresión posparto. Los síntomas que  acompañan son cansancio, no tener ganas de hacer nada,  pensamientos tristes, llanto sin razón e, incluso, deseos de que  el bebé ya no esté. No te sientas avergonzada si presentas  alguno de estos síntomas, estas son reacciones y pensamientos que a menudo ocurren después de un parto o un  período postparto difíciles. Es normal presentar cansancio y  poca energía cuando tienes un recién nacido pero si esto ocurre  casi todos los días, es bueno hablarlo con un profesional  sanitario.

Es difícil pensar cuál es la mejor manera de seguir adelante en  este largo tiempo de preocupación e incertidumbre. Trata de  pensar en lo que te ha ayudado anteriormente a afrontar  situaciones complicadas. Para algunos/as padres/madres es  muy útil el hacer algo de ejercicio, dar un paseo con un/a  amigo/a, ordenar la casa o ver una película o programa que les  guste. Hablad entre vosotros/as sobre cuál es la mejor opción  de ayuda e intentar sacar tiempo para ello. Esto será más difícil  cuando tu bebé llegue a casa del hospital ya que tendrás que  dedicarle más tiempo. 

Para la relación de pareja, el ingreso en el hospital también puede ser vivido como un período emocional difícil. Ver también  el apartado «Vivir el ingreso hospitalario en pareja».

Resolución de conflictos

El conflicto es una situación en la que se produce una diferencia de pensamientos entre dos o más individuos, provocado por las percepciones, interpretaciones y sentimientos de cada uno. En el hospital pueden darse situaciones en las que la comunicación fallida provoque emociones negativas como consecuencia de las diferencias de percepción. Por tanto, debemos ser capaces de reconocer las fuentes y signos del conflicto para poder anticiparnos y solucionarlo lo antes posible.

No se debe olvidar que todo cambio al que se expone a los miembros de una familia provoca estrés, los estados emocionales varían en cada etapa por la que los padres y los bebés hospitalizados pasan y a cada miembro de la familia los cambios le afectan de modo diferente. En una situación de ingreso hospitalario, la familia mostrará una serie de necesidades de apoyo emocional, orientación e información, así como necesidad de respeto y comprensión del momento concreto por el que están atravesando y las emociones que se deriven de él.

Se deben favorecer unas relaciones eficaces entre familia y profesional. Hay ocasiones en las que la detección de señales por parte del profesional puede evitar el desencadenamiento de un conflicto. El hacer consciente al otro de que nos hemos dado cuenta de su malestar o insatisfacción e indagar en las causas, puede ser el principio de la resolución del conflicto.

Ejemplo

Una madre con su bebé ingresado en la UCIN llama para hablar con la enfermera responsable de su bebé. Avisa que llegará cinco minutos tarde para darle el biberón a su bebé. Le pide a la enfermera que la espere porque quiere dárselo ella. La madre llega al hospital agobiada porque tuvo que correr para no demorarse más. Cuando va a ver a su bebé, le informan que ya ha comido. 

La madre se siente frustrada por haber tenido que correr para no llegar más tarde y enfadada porque, a pesar de las advertencias, no la han esperado. Pregunta a la enfermera por qué su bebé ya ha comido. La enfermera explica que su bebé estaba llorando por hambre y por eso le dió el biberón sin esperarla. La madre, dolida porque no la han tenido en cuenta y ha perdido la oportunidad de alimentar a su bebé, se queja a la enfermera (“Me parece muy mal que aún avisando, nadie me ha esperado”). 

La enfermera, mostrando una actitud empática y comprensiva, demuestra a la madre que comprende su malestar emocional (“Entiendo el esfuerzo que has hecho para venir corriendo. Entiendo la frustración de no haber podido darle el biberón a tu bebé, sé que es un momento muy especial para los padres en la UCIN”), explicando que su intención era consolar al bebé (“Lo hicimos para que tu bebé dejara de llorar y no estuviera molesto”). Finalmente, la enfermera anima a la madre indicándole el resto de tareas que puede realizar con su bebé durante ese día, destacando otros momentos especiales en los que puede cuidar de su bebé.